COLUMNA PUNTOS DE VISTA.
Especial para “El Larense” de Barquisimeto. Venezuela.
Escribe: Raúl Goyburu Ezeta.
EL FÚTBOL PROFESIONAL Y LA COPA LIBERTADORES DE AMÉRICA
El fútbol profesional es una actividad deportiva y al mismo tiempo una actividad empresarial. Como tal se somete a ciertas obligaciones del orden financiero que la diferencian sustancialmente de la práctica amateur o de aficionados.
El fútbol universal en sus dos vertientes de deporte-espectáculo, se define claramente como un deporte de aficionados y por otro lado como un deporte cultivado por profesionales. Desde las competencias olímpicas, cuyas reglas no permitían la inclusión de deportistas rentados, se inicia el largo camino que separará a unos y otros, apareciendo la necesidad de establecer una competencia plena de franqueza que no distinga a unos de otros, bajo la idea de que el futbolistas es uno solo.
Cuando en 1930 en Montevideo, Uruguay, se pudo por fin dar comienzo al primer torneo de la Copa del Mundo, epílogo de una lucha entablada desde 1894 y que se realizaría, como lo es hasta la actualidad, bajo la jurisdicción de la F.I.F.A. o Federación Internacional del Fútbol Asociado, se dio por terminada la competencia del Comité Olímpico Internacional en los torneos internacional de fútbol.
Así nacieron los torneos llamados Copa del Mundo (posteriormente 1934-1970 denominados Copa Jules Rimet en homenaje al viejo francés presidente de F.I.F.A. y principal promotor de esta competencia). Un estilo en el que sin las trabas del amateurismo se incrementaba el profesionalismo como una forma de conducir a un desarrollo superior del deporte, basado en la calidad del jugador al que sometía a una preparación especial en los planos técnico, físico y psicológico a través de una preparación diaria, continua y metódica.
Por consiguiente, solo percibiendo una remuneración económica adecuada, le permitiría a un futbolista cumplir con las exigencias de un trabajo que dejaba de ser una distracción o un pasatiempo y que a la larga, como lo comprobamos hoy en día, iba a permitir que el fútbol como deporte pudiera alcanzar un desarrollo realmente excepcional.
Lo logrado hasta hoy, 49 años después de la disputa der la primera Copa del Mundo, nos permite constatar que este deporte ha alcanzado la mayor difusión en el mundo entero, hecho que lo ha consagrado como el más popular de los deportes. Una muestra es esa multitudinaria afición que asiste a los estadios, tanto en las competencias nacionales así como en las internacionales, cuya máxima expresión tiene lugar cada cuatro años y que ya lleva once ediciones cumplidas, torneo que enlaza a millones de aficionados en todo el universo a través de la radio y la televisión.
Por eso el fútbol profesional no es solo una actividad deportiva y un deslumbrante espectáculo. El fútbol profesional es la expresión de una opción empresarial muy seria, que obviamente no puede desarrollarse dentro de un sistema amateur o de criolladas (para decirlo claramente). Mantener un plantel de profesionales significa invertir sumas que muchas veces no están al alcance de nuestros clubes que a menudo pretenden hacer fútbol profesional sin los recursos económico-financieros necesarios. Un inconveniente que sale a brillar cada vez que hay una competencia internacional.
Venezuela no es una excepción a esta regla que, al igual que otros países sudamericanos, se enfrenta a serias dificultades para cumplir con sus compromisos deportivos. Los clubes venezolanos como Galicia y Portuguesa, incluidos en el Grupo 4 de la Copa Libertadores, conjuntamente con los chilenos Palestino y O´Higgins, son una claro ejemplo de lo dicho ya que se ven obligados a afrontar serios inconvenientes económicos. De no cumplirlos, ya saben que deberá enfrentarse a una fuerte indemnización en dólares y a una sanción deportiva que los inhabilitará por tres años consecutivos.
Estas dificultades nos deben llevar a reflexionar acerca de despojarnos de los viejos malos hábitos como la imprevisión, porque el fútbol de hoy no es el mismo del fútbol de ayer.
Barquisimeto, enero de 1979.
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