EFIGIE DEL CLUB ALIANZA LIMA
Expresión gloriosa del fútbol del Perú
Por Raúl Goyburu Ezeta (década de los 60).
Llegado el siglo XX, un lejano 15 de febrero de 1901, en la calle Cotabambas, al calor de un stud hípico de propiedad de quién sería Presidente de la República, don Augusto B. Leguía, llamado Stud Alianza, en el viejo y desaparecido Hipódromo de Santa Beatriz, en el corazón de Lima, nació el Club Alianza Lima.
Alianza Lima, expresión gloriosa para el deporte peruano que supo llevar su nombre hasta el más remoto rincón de la patria para resonar con ecos de admiración y orgullo.
Negros firuleteros, pícaros criollos que mostraron en canchas de tierra y grama, la sal de su inagotable creación futbolera. Zambos de requiebros y marineras bailadas al compás de una pelota de cuero. Malabaristas y graciosos que pusieron en las canchas el sabor a cau-cau y el olor a sahumerio de la procesión morada.
Nombres del pasado futbolístico que como Ciclista Lima, Atlético Chalaco, Teniente Ruiz, Sport Progreso, Carlos Tenaud, Jorge Chávez y Tarapacá fueron los pioneros del más popular de los deportes.
Alianza Lima de los hermanos Aranzaes, los Coquelet, Basurco, Maquilón, Saldarriaga, Mur Padrós, Carbajo y tantos otros nombres que el tiempo ha ido perdiendo en la lejanía del recuerdo.
De Villanueva, Rivero, Sarmiento, Montellanos, Neyra, Nué, los hermanos Rostaing y los García, Quintana, Segalá, Valdiviezo, Magallanes, don José María Lavalle, Morales y otros. Una lista interminable de promociones que no tiene fin.
¡Cuantas glorias! y cuantas lágrimas de esa hinchada que gozó con sus cabreos y quebradas y que lloró con las derrotas de los sobrados.
Alianza Lima escribió las más gratas páginas en el Album de Oro del fútbol peruano, firmadas con pluma fina en el gras del viejo Estadio Nacional con el nombre de cada uno de sus garabatos quimbosos.
Epocas de Alianza Lima que perdurarán en el corazón del pueblo peruano. Ese pueblo que rompió sus manos y enronqueció sus gargantas en la emoción de su más bello espectáculo futbolero.
Ese pueblo que humedeció sus mejillas cuando el más querido y mimado de la afición debió pagar tributo a su engreimiento y perdió la categoría teniendo que jugar en el Potao.
¡Cuanto se podría decir de Alianza Lima!, de ese club de morenos futbolistas, bohemios y criollos. Cuantas cosas bellas y cuantas cosas tristes también...
Alianza Lima es nombre que pasará a la historia de nuestro fútbol como expresión genuina de peruanidad. Futbolistas que con su habilidad y picardía criolla crearon un fútbol propio, realizado por maestros sin iguales.
Alianza Lima es el principio y será el final de toda una época sin parangón, porque alumbró el camino de nuestro fútbol para que pasaran por él los jugadores del futuro y dejaran como recuerdo imperecedero el malabarismo, la esencia y la picardía de ese juego que ellos mismos crearon y legaron como un patrimonio de valiosa contribución al porvenir del auténtico fútbol del Perú.
Expresión gloriosa del fútbol del Perú
Por Raúl Goyburu Ezeta (década de los 60).
Llegado el siglo XX, un lejano 15 de febrero de 1901, en la calle Cotabambas, al calor de un stud hípico de propiedad de quién sería Presidente de la República, don Augusto B. Leguía, llamado Stud Alianza, en el viejo y desaparecido Hipódromo de Santa Beatriz, en el corazón de Lima, nació el Club Alianza Lima.
Alianza Lima, expresión gloriosa para el deporte peruano que supo llevar su nombre hasta el más remoto rincón de la patria para resonar con ecos de admiración y orgullo.
Negros firuleteros, pícaros criollos que mostraron en canchas de tierra y grama, la sal de su inagotable creación futbolera. Zambos de requiebros y marineras bailadas al compás de una pelota de cuero. Malabaristas y graciosos que pusieron en las canchas el sabor a cau-cau y el olor a sahumerio de la procesión morada.
Nombres del pasado futbolístico que como Ciclista Lima, Atlético Chalaco, Teniente Ruiz, Sport Progreso, Carlos Tenaud, Jorge Chávez y Tarapacá fueron los pioneros del más popular de los deportes.
Alianza Lima de los hermanos Aranzaes, los Coquelet, Basurco, Maquilón, Saldarriaga, Mur Padrós, Carbajo y tantos otros nombres que el tiempo ha ido perdiendo en la lejanía del recuerdo.
De Villanueva, Rivero, Sarmiento, Montellanos, Neyra, Nué, los hermanos Rostaing y los García, Quintana, Segalá, Valdiviezo, Magallanes, don José María Lavalle, Morales y otros. Una lista interminable de promociones que no tiene fin.
¡Cuantas glorias! y cuantas lágrimas de esa hinchada que gozó con sus cabreos y quebradas y que lloró con las derrotas de los sobrados.
Alianza Lima escribió las más gratas páginas en el Album de Oro del fútbol peruano, firmadas con pluma fina en el gras del viejo Estadio Nacional con el nombre de cada uno de sus garabatos quimbosos.
Epocas de Alianza Lima que perdurarán en el corazón del pueblo peruano. Ese pueblo que rompió sus manos y enronqueció sus gargantas en la emoción de su más bello espectáculo futbolero.
Ese pueblo que humedeció sus mejillas cuando el más querido y mimado de la afición debió pagar tributo a su engreimiento y perdió la categoría teniendo que jugar en el Potao.
¡Cuanto se podría decir de Alianza Lima!, de ese club de morenos futbolistas, bohemios y criollos. Cuantas cosas bellas y cuantas cosas tristes también...
Alianza Lima es nombre que pasará a la historia de nuestro fútbol como expresión genuina de peruanidad. Futbolistas que con su habilidad y picardía criolla crearon un fútbol propio, realizado por maestros sin iguales.
Alianza Lima es el principio y será el final de toda una época sin parangón, porque alumbró el camino de nuestro fútbol para que pasaran por él los jugadores del futuro y dejaran como recuerdo imperecedero el malabarismo, la esencia y la picardía de ese juego que ellos mismos crearon y legaron como un patrimonio de valiosa contribución al porvenir del auténtico fútbol del Perú.
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