miércoles, 9 de julio de 2008

50 AÑOS DE LA COPA DEL MUNDO (segunda entrega)

FÚTBOL: 50 AÑOS DE LA COPA DEL MUNDO 1928 – 1978


SEGUNDA ENTREGA: LOS PRIMEROS PASOS

POR RAÚL GOYBURU EZETA (Lima, Perú 1977)


Desde los tiempos del fútbol netamente amateur, en las competencias olímpicas, solo estaba permitida la participación de jugadores no profesionales como integrantes de los representativos nacionales. En las primeras competencias a nivel olímpico, se consideraba que los equipos estuvieran integrados por jugadores que no recibieran estímulos, ni que gozaran de prerrogativas económicas que superaran lo establecido por el reglamento correspondiente.

Sin embargo, conforme fueron desarrollándose los torneos de fútbol en los Juegos Olímpicos, la tendencia al profesionalismo se fue acentuando como parte de las necesidades de los jugadores y como una ayuda a su dedicación; y esta no fue otra que la del incentivo económico, el mismo que iba a permitir recompensar el tiempo empleado en la preparación a estas competencias de carácter internacional.

La práctica del fútbol ya no permitía que un jugador destacado pudiera dedicar un tiempo sin el reconocimiento material a su esfuerzo y superación; por lo tanto, sometido a un trabajo técnico, físico y responsable acorde con la jerarquía mundial que iban tomando los Juegos Olímpicos. Ya no era posible que sin esas facilidades un jugador llegara a su mejor estado a fin de obtener un rendimiento potente y serio.

La tendencia no-amateur comenzaba a tomar cuerpo no solo en el fútbol europeo, en el que ya se manifestaba el profesionalismo, tal vez disfrazado o escondido, pero en el que ya se afirmaba la calidad con la que se iban preparando y presentando las selecciones nacionales. Así el profesionalismo dejó de ser un fantasma que asustaba a la dirigencia olímpica para convertirse en la expresión de una nueva época de avanzada; una época que tenía que desprenderse del espíritu amateur del olimpismo para evolucionar con un sentido práctico, dejando atrás el sentimentalismo romántico que al parecer ya no encontraba cabida en el fútbol contemporáneo.

Hoy en día*, por rejemplo, en la mayoría de los países que pertenecen al sistema socialista, los jugadores de fútbol y en general los deportistas supuestamente amateurs, tal y como los definen los reglamentos olímpicos, han venido ofreciendo un comportamiento de fachada con el que se les permite representar a sus respectivos países, de modo tal que no se les pueda acusar de profesionales, cuando en realidad se trata de deportistas rentados a tiempo completo.

Ese falso amateurismo fue lo que alertó desde un principio a un grupo de dirigentes, cuya afición y cariño por el fútbol en este caso, pensaron que los más lógico y leal sería el no hacer diferencias entre amateurs y profesionales, bajo el concepto de concretar un fútbol más consistente y atractivo, pero sobre todo, un fútbol de avance positivo en la superación técnica, física y moral del practicante; con lo que se ganaría en calidad tanto en lo deportivo así como en lo espectacular.

Se pensó que el futuro del fútbol a nivel mundial podría establecerse sobre la base de requisitos más realistas, en los que no se opusieran los conceptos de amateur y profesional, sin ninguna discriminación y con el objetivo de propiciar un fútbol sincero, sin trabas para el practicante al que únicamente se le reconocería como jugador de fútbol.

Fue así que los dirigentes se vieron en la necesidad de crear otro tipo de competencia distinta a los Juego Olímpicos y al Comité Olímpico Internacional: sin saberlo había comenzado a germinar la célula que daría inicio a la FIFA y al Campeonato del Mundo.
* A.D. 1977

Lima, Perú – diciembre de 1977.

RAÚL GOYBURU EZETA

(Continuará)

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