lunes, 28 de julio de 2008

FIORAVANTI Y RAÚL GOYBURU EZETA


Poco después del Sudamericano de Lima, Raúl Goyburu Ezeta recibe esta carta de su distinguido amigo, el brillante narrador de fútbol y periodista argentino don Joaquín Carballo Serantes, más conocido por su seudónimo: FIORAVANTI. Para quiénes hoy en día desconoczcan el gran calibre de esta personalidad, nos hemos tomado la libertad de reproducir parcialmente el artículo publicado en Diario 12 y escrito con meridiana agilidad y encanto por el periodista argentino Daniel Guiñazú.


En su lectura podrán encontrar un vívido retrato de lo que fueron las grandes jornadas futbolísticas trasmitidas a través de la radio. Un medio en el que se desarrolló Raúl Goyburu Ezeta tan asociado a don Oscar Artacho Morgado, argentino de nacimiento y peruano por adopción, quien trajo desde los porteños rincones del barrio de Liniers un estilo inspirado en Fioravanti y que revolucionó el estilo narrativo de los partidos de fútbol en el Perú.



FIORAVANTI


Una costumbre argentina, la de escuchar fútbol por la radio, cumplió recientemente 80 años sin que nadie se diera cuenta. En 1924, coincidiendo con el partido en que Cesáreo Onzari convirtió el primer gol de corner de todos los tiempos y el seleccionado argentino le ganó por 2 a 1 a Uruguay en la vieja cancha de Sportivo Barracas, por LOR Radio Argentina, Horacio Martínez Seeber, un inquieto radioaficionado interesado también por el periodismo, y Atilio Casime, jefe de Deportes del mítico diario Crítica, transmitían el primer partido de la historia; sin saberlo, ataban un lazo emotivo que, a lo largo de ocho décadas, viene uniendo la máxima pasión nacional con varias generaciones de hinchas.

El choque entre Argentina y Uruguay, que estrenaba el título olímpico ganado poco antes en Colombes (Francia), se disputó un 2 de octubre, aunque debió haberse jugado poco antes, el domingo 28 de septiembre. Pero la multitud desbordó las tribunas del estadio y el partido se suspendió a los cuatro minutos del primer tiempo. Radio Argentina, la emisora pionera de la radiotelefonía nacional que había iniciado sus emisiones en 1920, narró los tumultos e incidentes en las voces de Martínez Seeber y Casime. Y decidió retornar a la cancha el jueves 2 de octubre para contar los 86 minutos restantes.
No se trató de un relato clásico, del tipo de los que en hoy en día se escuchan, sino de una simple descripción de las incidencias del juego. Martínez Seeber, un profundo conocedor de los aspectos técnicos de la radiotelefonía, tenía la licencia oficial de radioaficionado número 1, otorgada por el Ministerio de Marina y, esa tarde, hizo a la vez de relator, comentarista y técnico. Instaló tres micrófonos en el puesto al borde del campo de juego: uno para él, otro para Casime, y el tercero de ambiente para registrar el enorme bullicio del partido internacional.El primer relato íntegro data de 1927 y se lo atribuyó a sí mismo Tito Martínez Delbox, quien dijo haber narrado para Radio Nacional (hoy Radio Belgrano) el partido entre Sportivo Barracas y Estudiantil Porteño por el campeonato de la Asociación Amateurs Argentina, utilizando un teléfono candelero y con don Jaime Yankelevich, el dueño de la emisora, como técnico operador. Allí dio comienzo una historia que reconoce cuatro nombres sobre los que no hay dudas: cada uno con lo suyo y en el orden que se prefiera, Lalo Pelliciari, Fioravanti, José María Muñoz y Víctor Hugo Morales han sido los más grandes, los relatores que marcaron su tiempo.
(…)

Sin embargo, para los mayores, no hubo ni habrá nadie como Fioravanti. Joaquín Carballo Serantes (tal era su nombre completo) fue el creador de la transmisión tal cual se la conoce ahora, el primero en todo. Relató desde un cabina ubicada en lo más alto del estadio y no desde el borde del campo o en la platea para evitar que se cuelen los insultos de los espectadores. Creó las conexiones para tener al instante todo lo que sucedía en las otras canchas. Tuvo durante años un auspiciante único (cigarrillos Caravana, Bodegas y Viñedos Giol) para que las largas tandas y las voces de sus locutores comerciales no consumieran los mejores momentos de los partidos. Y al final de sus programas resumía la jornada con una vibrante síntesis que remataba con la repetición del relato de los goles.”Más que un relator, soy un narrador”, acostumbraba a definirse a sí mismo Fioravanti. Y era tal cual: posaba su voz sobre el partido, acompañando las acciones y subrayaba los momentos de mayor emoción, con un lenguaje pulcro, tan elegante que enriquecía el vocabulario de quienes lo escuchaban. Los lunes, en las escuelas, los chicos les preguntaban a sus maestros el significado de tal o cual palabra porque el domingo la habían escuchado de su boca. Fioravanti fue el número uno, el más popular en los ’40 por Radio Splendid y en los ’50 por El Mundo. En los ’60 debió adaptar su estilo ante la aparición de Muñoz en el aire de Radio Rivadavia. Tuvo que hacerse más enfático sin perder buen gusto y lo consiguió hasta su retiro en 1972, 31 años después de su debut.
(…)

Hoy tocan tiempos ingratos: la televisión le pelea espacios a la radio, las empresas no invierten en sus transmisiones y hoy ya no se asocian como antes los grandes acontecimientos deportivos con las voces enronquecidas de los narradores.
Sin embargo, después de ochenta años, la magia no se extingue. La radio no puede estar sin el fútbol. El fútbol, tampoco sin la radio.

jueves, 24 de julio de 2008

SOCIO VITALICIO DE LA U


Carta de aceptación de don Raúl Goyburu Ezeta a la Junta Directiva del Club Universitario de Deportes por su designación como Socio Vitalicio de la institución.

BREVE PARÉNTESIS EPISTOLARIO I



SOCIO VITALICIO DE LA U


La presente reproducción del original, corresponde al oficio 242-74 que remiten a don Raúl Goyburu Ezeta, el doctor Carlos Melzi, Presidente del Club Universitario de Deportes y su Secretario el doctor Jorge Neyra con el objeto de comunicarle su designación como Socio Vitalicio del Club Universitario de Deportes.


La vinculación afectiva de don Raúl Goyburu con la "U", data de la fundación misma del club, gracias a su estrecha amistad juvenil con los fundadores del club, tales como los doctores Plácido y Luis Galindo Pardo, los señores Mario Pacheco y Alberto Denegri, el doctor Jorge Alba (que llegó a ser arquero titular), el arquitecto Luis Souza Ferreyra y el señor Eduardo Astengo Campodónico, todos ellos campeones de 1929 y que demostraron garra, pasión y entrega por la crema de sus amores dentro y fuera del campo, imponiendo esa tradición de hidalga virilidad que campea hasta el día de hoy, cual pasado, presente y futuro de la primera institución futbolística del Perú.

Esta entrañable carta resume también años enteros de amable vinculación con esta noble institución y con distinguidos dirigentes relacionados con Raúl Goyburu Ezeta a quiénes hoy recordamos por sus indiscutibles méritos de dirigentes deportivos, de honorables caballeros y de amigos de valía: el doctor Carlos Melzi, respetuoso y tolerante conversador de innegables virtudes y cabal bonhomía; el ingeniero Rafael Quirós Salinas hombre culto hombre y de finezas que condujera siempre a la "U" con acierto y eficacia y que compartiera también con Raúl Goyburu, con el pecoso Dammert y otros amigos de aquella temprana juventud de los años XX, memorables partidos de fútbol en el Club Lawn Tennis de la Exposición; el ingeniero Jorge Góngora, de tertulia nerviosa y ocurrente al borde del campo durante las prácticas del primer equipo; el señor Francisco (Paco) Zariquey campechano y querido dirigente de las divisiones inferiores; el señor Norberto (Cachipampa) Delgado, gran e impenitente conversador, acucioso crítico e indesmayablemente vinculado al club desde sus orígenes; el doctor Jorge Alva Flores que llegó al club en 1967 para convertirse en todo un símbolo de la "U" y de la medicina deportiva en el país al lado de don Antonio Vera y Burga, kinesiólogo histórico y paramédico práctico que le dedicó al club casi medio siglo de nobles servicios; y como todos ellos, muchos más que la nostalgia y la emotividad del recuerdo nublan de nuestra agradecida memoria.
Raúl Goyburu Ezeta perteneció al Club Lawn Tennis de la Exposición, como servidor de la Caja de Depósitos y Consignaciones (hoy Banco de la Nación) fue designado Presidente del Club Sporting Tabaco antes de que este club fuese adquirido por la Cervería Backus & Johnston; sin embargo en lo íntimo de sus amores, siempre estuvo vinculado a la "U". De él con toda seguridad, podríamos decir que llevaba consigo una sola divisa deportiva: he sido, soy y seré siempre, hincha del Club Universitario de Deportes.

lunes, 21 de julio de 2008

50 AÑOS DE LA COPA DEL MUNDO 1928 - 1978





CUARTA ENTREGA: JULES RIMET


Por RAÚL GOYBURU EZETA (Lima, Perú 1977)


La decidida acción del dinámico delegado del fútbol de Francia, M. Jules Rimet, permitió despertar nuevamente la esperanza de una definitiva acción para concretar la primera edición de la Copa del Mundo.

Sin embargo, pese a todos los esfuerzos, surgieron nuevos inconvenientes y los delegados de las asociaciones y federaciones afiliadas a la FIFA, llegaron a la conclusión de que era casi imposible llevar a la realidad la disputa del fútbol mundial; a pesar que por solicitud de los delegados Manning de Estados Unidos y Johansonn de Suecia, se había pedido dejar sin efecto la calificación de “amateur” para dar cabida a todos los jugadores de fútbol, iniciativa que no tuvo efecto alguno debido a la presión del Comité Olímpico Internacional y a la reglamentación que regía por ese entonces a los torneos olímpicos, la que fue aceptada sin modificaciones, terminando así con las posibilidades de hacer un fútbol libre y sin trabas.

Así transcurrió el tiempo hasta 1914 para que al término del congreso que, vuelto a reunir y con nuevas esperanzas, nuevamente la iniciativa se viera frustrada, esta vez por el advenimiento del la I Guerra Mundial.

La Gran Guerra, dejó en compás de espera todo lo planificado para realizar el primer campeonato mundial de fútbol. Un torneo ya concebido bajo unas reglas que no se interpusieran con el concepto de una competencia abierta a todas la asociaciones nacionales, libres y desembarazadas de las trabas de un amateurismo difícil de definir así como de controlar.

Monsieur Jules Rimet en su libro “La Copa del Mundo”, editado en 1955, refiere desde la óptica de su experiencia que ni al Comité Olímpico Internacional ni la FIFA, les correspondía comprobar la calidad de amateur de un futbolista porque ambos carecían de los medios fiscalizadores para ello. Rimet afirmaba que eran las autoridades nacionales y especialmente los comités olímpicos de cada país los llamados a hacerlo.

La importancia del torneo de fútbol como parte de los Juegos Olímpicos se veía menoscabada al limitarse a ser una competencia solamente posible a una sola categoría de participantes. En esa perspectiva estaba muy lejos de ser un verdadero campeonato mundial de fútbol. Mas bien, correspòndía ala FIFA instituir un torneo digno del título tan prestigioso de una competencia abierta a los equipos verdaderamente representativos de todas las asociaciones y federaciones nacionales afiliadas, sin distinción de categorías. Por este motivo, en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles (1932), el fútbol fue eliminado de las competencias, pues perdía interés un torneo en condiciones tan severas que recortaba las aspiraciones de las naciones participantes.



UNA LARGA ESPERA

La espera fue realmente larga y tediosa para poder encontrar el momento adecuado de emprender nuevamente la batalla por el primer campeonato mundial de fútbol. De 1914 a 1918, la duración de la I Guerra Mundial, prácticamente ató de manos a quienes, desde años atrás venían insistiendo en esta gestión.

Las relaciones internacionales no eran las propicias para reunir nuevamente a los países, especialmente los europeos. Hubo, pues, que esperar la tan ansiada paz mundial para que las federaciones volviesen a tomar contacto entre ellas, siendo la primera tarea pendiente la de revivir a la propia FIFA.

Habiendo fallecido el señor Woolfalf en 1918 y no habiendo sido reemplazado en la presidencia del ente, pronto llegó el momento para que se gestara la primera reunión de post-guerra en 1919 bajo los auspicios de la Asociación de Fútbol de Bélgica en la ciudad de Bruselas. En 1920 se realizó una segunda reunión de delegados, esta vez en la ciudad de Amberes con motivo de la celebración de los Juegos Olímpicos, convocada por la Asociación de Fútbol de Francia.

Diecisiete países se hicieron presentes en Amberes, designándose un Comité Provisional que lo constituyeron los señores Oestrup de Dinamarca, Hirschmann de Holanda y Jules Rimet de Francia sobre quien recayó la Presidencia.


Continuará

lunes, 14 de julio de 2008

50 AÑOS DE LA COPA DEL MUNDO (tercera entrega)

TERCERA ENTREGA: LA ETAPA DECISIVA


Por RAÚL GOYBURU EZETA (Lima, Perú 1977)


La idea era que participaran todas las entidades organizadas del mundo, fueran estas asociaciones o federaciones nacionales, para que se constituyeran como parte fundamental de una empresa global, regidora del fútbol oficial en los campeonatos mundiales, completamente independiente del fútbol olímpico, sin más exigencia que una reglamentación que orientara y justificara la realización de los eventos de fútbol con intervención de todos los países del mundo.

Sin embargo, esta idea no se gestó en las vísperas de la realización del Primer Campeonato Mundial cumplido en Montevideo, Uruguay, en 1930. Dicha idea se había planteado en Europa 28 años antes.

A inicios del siglo XX, fue el holandés Hirschman, dirigente y representante de la Asociación Holandesa de Fútbol quien redactó el primer proyecto de un estatuto internacional, el 8 de mayo de 1902. El señor Hirschman puso en conocimiento de esta intención a Sir Frederick Wall, Secretario de la Asociación de Fútbol de Inglaterra, que regía las actividades del fútbol inglés desde su fundación en 1863, por lo que era de facto la decana de las asociaciones nacionales europeas.

Sir Frederick Wall, como buen aficionado y dirigente enterado, se interesó por el proyecto y lo sometió a la consideración del Consejo de su institución. De esta manera, proponiéndoselo o no, Sir Frederick había dado el paso inicial para lo que con el tiempo se conocería como Federación Internacional del Fútbol Asociado: era el 21 de mayo de 1904.



Los fundadores

En el congreso de Amberes de 1920 fue elegido como Presidente de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) el francés Jules Rimet, uno de los dirigentes más empeñados en llevar a la realidad el soñado primer campeonato mundial de fútbol.

Los fundadores de la joven institución que iba a regir los destinos del fútbol en el mundo habían elaborado un Proyecto de Estatuto, en cuyo artículo noveno se disponía lo siguiente: “solamente la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) tendrá derecho a organizar un Campeonato Mundial de Fútbol”. Y como para confirmar que no se trataba solamente de un documento más, en la fecha decidieron la organización del I Campeonato Mundial de Fútbol para lo cual encargaron al señor Hirschman la redacción del reglamento respectivo.



TEXTO DEL PRIMER REGLAMENTO DE TORNEOS DE FÚTBOL

Como podrá observarse a continuación, el texto de este proyecto de reglamento no se refiere a un Campeonato Mundial sino a competiciones entre clubes asociados a asociaciones o federaciones nacionales. Sin embargo es un texto, a pesar de su sencillez y simplicidad, a ser tomado en consideración como un hito o referencia importante para lo que posteriormente será el reglamento de la Copa del Mundo.

Artículo 1º.- El Campeonato Mundial de Fútbol, será disputado cada año al final de la temporada. Un campeonato entre diversos equipos campeones de cada país y que pertenezcan a una de las asociaciones nacionales afiliadas a la FIFA.

Artículo 2º.- En cada congreso anual será designada la asociación o federación nacional que se encargará de la organización del campeonato del año.

Artículo 3º.- El campeonato se jugará por el sistema de eliminación. El orden y las fechas del mismo será establecidos por la Secretaría de la FIFA.

Artículo 4º.- Los gastos de viaje de los equipos participantes estarán a cargo de sus respectivas asociaciones o federaciones nacionales.

Artículo 5º.- Los gastos de organización estará a cargo de la asociación o federación nacional del país en el que se dispute el torneo.

Artículo 6º.- Los beneficios netos serán repartidos entre las distintas asociaciones o federaciones nacionales participantes.

Articulo 7º.- Al equipo vencedor le serán entregadas sendas insignias de oro donadas por la FIFA.

Artículo 8º.- Los equipos contendores no podrán alinear a ningún jugador ajeno a los registros de su asociación o federación.


ASOCIACIONES FUNDADORAS DE LA FIFA

Fueron siete las asociaciones fundadoras de la FIFA: Francia, Bélgica, Holanda, España, Suiza, Dinamarca y Suecia. Posteriormente, en el Congreso de París de 1905 se afiliaron las asociaciones de Alemania, Inglaterra, Austria, Italia y Hungría. De esta forma la participación de doce instituciones afiliadas le abría las puertas a la FIFA para intentar organizar el Primer Campeonato Mundial de Fútbol, constituyendo el primer intento de serie o grupos de la siguiente forma:

GRUPO UNO: asociaciones pertenecientes del Reino Unido.

GRUPO DOS: España, Francia, Bélgica y Holanda.

GRUPO TRES: Suiza, Italia, Austria y Hungría.

GRUPO CUATRO: Alemania, Dinamarca y Suecia.

Por ese entonces no se consideró a ningún país del bloque americano. Las instituciones sudamericanas no se habían presentado hasta esa fecha a ninguno de los congresos realizados para tal efecto, por consiguiente no fueron reconocidas como afiliadas a la FIFA.

En principio la Asociación Suiza de Fútbol quedó designada a su solicitud, para organizar el I Campeonato Mundial de Fútbol. Problemas insuperables impidieron que así sucediera y Suiza debió de esperar hasta 1954 para ser la sede oficial. Se había frustrado así en aquel lejano año de 1906 el primer intento por llevar a la realidad un torneo mundial de fútbol. Fue preciso que dos décadas pasaran para que la idea reviviera y se concretara el primer torneo del mundo.


Continuará

miércoles, 9 de julio de 2008

50 AÑOS DE LA COPA DEL MUNDO (segunda entrega)

FÚTBOL: 50 AÑOS DE LA COPA DEL MUNDO 1928 – 1978


SEGUNDA ENTREGA: LOS PRIMEROS PASOS

POR RAÚL GOYBURU EZETA (Lima, Perú 1977)


Desde los tiempos del fútbol netamente amateur, en las competencias olímpicas, solo estaba permitida la participación de jugadores no profesionales como integrantes de los representativos nacionales. En las primeras competencias a nivel olímpico, se consideraba que los equipos estuvieran integrados por jugadores que no recibieran estímulos, ni que gozaran de prerrogativas económicas que superaran lo establecido por el reglamento correspondiente.

Sin embargo, conforme fueron desarrollándose los torneos de fútbol en los Juegos Olímpicos, la tendencia al profesionalismo se fue acentuando como parte de las necesidades de los jugadores y como una ayuda a su dedicación; y esta no fue otra que la del incentivo económico, el mismo que iba a permitir recompensar el tiempo empleado en la preparación a estas competencias de carácter internacional.

La práctica del fútbol ya no permitía que un jugador destacado pudiera dedicar un tiempo sin el reconocimiento material a su esfuerzo y superación; por lo tanto, sometido a un trabajo técnico, físico y responsable acorde con la jerarquía mundial que iban tomando los Juegos Olímpicos. Ya no era posible que sin esas facilidades un jugador llegara a su mejor estado a fin de obtener un rendimiento potente y serio.

La tendencia no-amateur comenzaba a tomar cuerpo no solo en el fútbol europeo, en el que ya se manifestaba el profesionalismo, tal vez disfrazado o escondido, pero en el que ya se afirmaba la calidad con la que se iban preparando y presentando las selecciones nacionales. Así el profesionalismo dejó de ser un fantasma que asustaba a la dirigencia olímpica para convertirse en la expresión de una nueva época de avanzada; una época que tenía que desprenderse del espíritu amateur del olimpismo para evolucionar con un sentido práctico, dejando atrás el sentimentalismo romántico que al parecer ya no encontraba cabida en el fútbol contemporáneo.

Hoy en día*, por rejemplo, en la mayoría de los países que pertenecen al sistema socialista, los jugadores de fútbol y en general los deportistas supuestamente amateurs, tal y como los definen los reglamentos olímpicos, han venido ofreciendo un comportamiento de fachada con el que se les permite representar a sus respectivos países, de modo tal que no se les pueda acusar de profesionales, cuando en realidad se trata de deportistas rentados a tiempo completo.

Ese falso amateurismo fue lo que alertó desde un principio a un grupo de dirigentes, cuya afición y cariño por el fútbol en este caso, pensaron que los más lógico y leal sería el no hacer diferencias entre amateurs y profesionales, bajo el concepto de concretar un fútbol más consistente y atractivo, pero sobre todo, un fútbol de avance positivo en la superación técnica, física y moral del practicante; con lo que se ganaría en calidad tanto en lo deportivo así como en lo espectacular.

Se pensó que el futuro del fútbol a nivel mundial podría establecerse sobre la base de requisitos más realistas, en los que no se opusieran los conceptos de amateur y profesional, sin ninguna discriminación y con el objetivo de propiciar un fútbol sincero, sin trabas para el practicante al que únicamente se le reconocería como jugador de fútbol.

Fue así que los dirigentes se vieron en la necesidad de crear otro tipo de competencia distinta a los Juego Olímpicos y al Comité Olímpico Internacional: sin saberlo había comenzado a germinar la célula que daría inicio a la FIFA y al Campeonato del Mundo.
* A.D. 1977

Lima, Perú – diciembre de 1977.

RAÚL GOYBURU EZETA

(Continuará)